martes, 20 de septiembre de 2016

Carta de Dave Grohl donde habla del EP Saint Cecilia y exalta a sus fans mexicanos (Traducción mía).

19 de noviembre de 2015
Esta noche, permítanme empezar con un prefacio a una carta que escribí hace unas semanas desde mi cuarto de hotel en Berlín durante nuestra gira final para este álbum. Sentí la necesidad de escribir este prólogo a la luz de las desgarradoras tragedias del 13 de noviembre, ya que este proyecto ha tomado un tono completamente diferente. Como todo, al parecer...
El EP Saint Cecilia fue puesto en movimiento en octubre pasado de este año como una celebración de la vida y la música. Siendo así el concepto, como nuestro tour se volvió muy íntimo esta semana, quisimos compartir nuestro amor a ambos con ustedes en agradecimiento por todo lo que ustedes nos han dado.
Ahora, hay una nueva, esperanzada intención de que, incluso en la más pequeña manera, quizá estas canciones puedan traer un poco de luz a este mundo en ocasiones oscuro. Para recordarnos que la música es vida, y que esperanza y sanación van de la mano con la canción. Eso nunca podrá sernos quitado.
A todos quienes fueron afectados por las atrocidades de París, seres queridos y amigos, nuestro corazón está con ustedes y sus familias. Algún día regresaremos y celebraremos con ustedes vida y amor una vez más. Como debe ser.
Dave Grohl.

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8 de noviembre de 2015
Hey.
Gracias.
De verdad.
Fue en Austin, Texas, el 14 de marzo de 2013, en el último show de la "Sound City Players", cuando me fue dado un pequeño, pero muy relevante y quizá profético regalo de parte de mis productores fílmicos de Sound City, Jim Rota y John Ramsay. Un diario en blanco, con una nota en las líneas que decía algo como "Felicidades por todo Sound City... ¡ahora a trabajar en el siguiente proyecto!" Fue la más bella forma de terminar algo que verdaderamente quise que durara por siempre: con un nuevo inicio.
El concepto básico del álbum y la serie "Sonic Highways" nació entonces y ahí, en un pequeño cuarto del backstage rodeado por montañas de cerveza Lone Star y barbacoa Stubbs. 8 canciones, 8 ciudades, 8 estudios, y un viaje musical de una vida.
Quitando a los Foo Fighters de nuestra zona de confort y retando el proceso de arriba a abajo, le dio un nuevo respiro de vida a la banda, y nos puso en un viaje que incuestionablemente excedió a cualquiera de nuestras simples expectativas. Y ahora nos ha traído aquí. A otro final hermoso.
Así que, ¿por dónde empiezo?
Se lo debemos todo a la ciudad de México.
Sin que ellos lo supieran, la gente que acudió a esos dos conciertos el pasado diciembre de 2013 en el Foro Sol, ayudaron financiando la grabación y filmación de la mayor parte del proyecto Sonic Highways. Ellos fueron el fusible que encendió este pequeño petardo, "baby". Sin esas actuaciones, muchos podrían nunca haber escuchado las increíbles y verdaderamente inspiradoras historias de vida de Buddy Guy, Steve Albini, Ian Mackaye, Tony Joe White, Zac Brown, Dolly Parton, Roky Erickson, Gary Clark Jr., Bruce Pavitt, Fred Drake, Terry Lickona, Joan Jett, Steve Rosenthal, Nora Guthrie... una lista demasiado larga para compartir aquí. Pero, más allá de dar a nuestra banda el equivalente a un año en el extranjero en la universidad del rock and roll, ellos le dieron al mundo entero el más invaluable regalo: inspiración. Así que... Gracias a todos, México [en español]... no podríamos haberlo hecho sin ustedes.
Mucho antes, nuestra "rag tag crew of ne’er-do-wells" estuvo tropezando de ciudad en ciudad, costa a costa, tomando cada gota (!) de nivel de alcohol de la cultura americana que pudimos exprimir. Bailando en un desfile de segunda línea en Nueva Orleans, yaciendo bajo las estrellas del desierto en Joshua Tree [un espacio natural protegido en California], caminando en las calles de Chicago a -30 °C... fue un sueño americano vuelto realidad. Nuestra única responsabilidad fue compartir con ustedes, y la valerosa gente de HBO confió mucho en nosotros. (muy libremente, podría agregar) ¿Fe ciega? Talvez. Pero, sin Nina Rosenstein, no seríamos la gente que somos hoy. Mirando hacia atrás, ella nos dio algo inconmensurablemente generoso: uno de los más grandes recuerdos de nuestras vidas. Estas personas y lugares que experimentamos han llenado nuestros corazones... y últimamente nuestras canciones. Pero, enfocados en el momento, nunca en nuestros más descabellados sueños pudimos haber imaginado los 23 meses turbulentos que nos esperaban. Solo pusimos un pie en frente del otro, y nos mantuvimos en movimiento.
Debo admitir que nunca vi en nuestro calendario. Estaba demasiado asustado. Supe que éste era. Este era el grande. Hubo pláticas sobre estadios, y aniversarios y show de TV. Sudáfrica, Corea, Colombia. Letterman y Glastonbury. ¡Todo parecía demasiado bueno para ser verdad! Pero, como siempre, mantuvimos nuestras cabezas bajas y tratamos de apreciar cada simple momento como fluyó. Porque, como se dan cuenta, nada de esto se supone que pasaría. Nunca. Como nos acercábamos a nuestro 20 aniversario, fue difícil no quedarnos mirando atrás todos esos años y sonreír mientras sacudíamos nuestras cabezas maravillados e incrédulos. Desde el tour de la van de Mike Wyatt en 1995, al estadio RFK en Washington DC (mi concierto en casa) el 4 de julio de 2015… Esos puntos no necesariamente se conectan en la vida real, ¿saben? Todavía confunden la mente. Pero, los restos de estas bendiciones no están perdidos para nosotros. Contamos hasta el último.
Incluso los desastres.
¿Un break afortunado? Sí, podrían llamarlo así. Gothenburg fue un rápido recordatorio de que la vida es corta, y de que estamos aquí para vivir juntos, no importa con qué adversidad te enfrentes (¡Música! ¡El remedio perfecto!) Seguro, semanas y semanas de arrastrar los pies entre cuartos de hotel con un yeso en mi pierna, tratando de empacar mi maleta solo antes de que la pinche llamada del lobby estuviera chingando otra vez. Pero, como siempre, solo puse un pie en frente de… bueno, el mismo por esos días…
Y entonces todo cambió. La energía. La atmósfera. EL TRONO. Ya no tenía miedo de ver el calendario, estaba pegado a él. El reto que encaramos desde ahí en adelante se volvió más que una misión, o un reto, si quieren. Y se notó. La sonrisa de Pat se volvió incluso más amplia (un infalible barómetro de todas las cosas), los solos de Chris se hicieron incluso más rápidos (gracias a Dios alguien sabe lo que están haciendo allá arriba), los movimientos de Nate en el escenario más atrevidos (una vez reparé en él a justo a mi izquierda), y la batería de Taylor… bueno… me pongo... Pero no sin la ayuda de muchos bastardos trabajadores que muchos podrían llamar la tripulación de los Foo Fighters (nos gusta referirnos a ellos como familia, en un sentido muy de Familia Manson…) Ellos últimamente merecen compartir el crédito por mantener esta vieja carpa de circo erguida por los últimos seis meses. Así que, echémonos una agradable y tibia coca de dieta por ellos esta noche. Ellos son los bastardos más trabajadores en el negocio. Ovaciones.
Y así seguimos andando. Cualquier fatiga se encontró con una explosión de energía una vez levantado el telón. Cualquier dolor se encontró con la adrenalina de miles de voces cantando juntas. Cada uno de ustedes nos mantuvo vivo por un tiempo ahí. Una noche, en el punto donde me sentí como si estuviera al final de mi cuerda, vino a mí que esas pocas horas que tenemos juntos fueron algo como una pesada manta en la cual refugiarse. Siempre puedo contar con nuestro tiempo juntos para llevarme a la siguiente parada. Otra vez y otra vez. De Chicago hasta Cesena.
Dicho eso… nosotros siempre hemos estado bien sabiendo cuándo llamarlo “un día”. Tú simplemente… sabes. Tienes ese sentimiento de que, si no eres cuidadoso, te cansarás de las migajas para encontrar tu camino a casa y estarás perdido en el bosque por siempre. Me llegó hace unos meses, se trepó en mí y me dio un golpecito en el hombro como diciendo “hey no te quedes en un solo lugar, asshole”. Un serio recordatorio de que todas las cosas buenas deben terminar. Por supuesto… podríamos seguir adelante. Después de todo, ya llegamos hasta aquí, ¿cierto? ¿Qué son otros 20 años?
Por aquel tiempo llegamos a Austin, Texas para el festival “Austin City Limits”. Un concierto masivo, dos fines de semana y cientos de actuaciones, iba a ser una de nuestras últimas presentaciones americanas para este álbum. Hay un cierto alivio agridulce en eso. En una mano llevas estas experiencias monumentales bajo el brazo como anticipándote a una vida de camión de tour. En la otra mano, temes que la emoción y el gozo de compartir música con la gente alrededor del mundo te dejará como una cáscara vacía cuando todo haya terminado. Se convierte en tu “todo”. Y eso es aterrador.
El Hotel Santa Cecilia, llamada después la santa patrona de la música, es conocido como
“Una exuberante retirada del mundo”. Y, créanme, ¡eso es! 14 cuartos y un pequeño bar, está enclavado en los árboles dentro de un trajinante vecindario de Austin. Mientras nuestra van subía en las breves horas del 30 de septiembre del 2015, me sobrevino una idea bastante impulsiva: grabar algunas canciones en nuestros días libres para regalar al mundo como un “gracias” por los últimos dos años. Aunque hay un estudio de grabación de clase mundial justo al otro lado de la cerca (Arlyn Studios, chéquenlo), la manager del hotel, Jenny, nos ofreció grabar en el hotel. Una muy generosa, pero poco realista oferta. Aunque después de darle vueltas en mi cabeza algunas veces, ¡tomó perfecto sentido! Regresando a la ciudad donde el concepto completo del Sonic Highways nació, cargando una última vez a un cuarto que nunca fue diseñado para ser un estudio de grabación a la Sonic Highways, ¡y haciendo algo de música! ¿Deber? ¿Destino? Estaba demasiado cansado para entender esa clase de mierda, así que golpeo el saco, me levanto a la siguiente mañana y empiezo a hacer algunas llamadas…
Como a las 6pm del siguiente día, la oficina fue transformada en un cuarto de control y el bar fue saturado con micrófonos y cables. Los amplis estuvieron en la cocina. La batería en frente de la chimenea. ¡Estudio instantáneo, cortesía del legendario Kevin Szymanski! (¡Esas sofisticadas cosas de computadoras son muy convenientes! Más que en otros tiempos…) Se prepararon margaritas, vinieron amigos de visita, el sol se metió, y en poco tiempo empezamos a hacer suficiente ruido para traer a los vecinos a beber junto con nosotros. Riffs e ideas fueron esparcidos, canciones que estuvieron perdidas en la baraja durante años, canciones que fueron dejadas sin terminar. Como una retrospectiva musical, atravesamos décadas de canciones que nadie había escuchado nunca, piezas dejadas en el piso de la sala de edición en cada álbum. Nuestro propio álbum de recortes audible (¡”The Neverending Sigh” es de hace 20 años! Alguna vez fue llamada “7 corners for all you die hards out there”…) Sin la presión usual de la expectativa de estar haciendo un “álbum”, nos sentamos felices y relajados mientras tocamos. Un “Esta es tu vida” virtual de los Foo Fighters. Fue bueno, pero otra vez, un conocimiento agridulce de que todo pronto iba a llegar a un final.
Para la medianoche, la Preservation Hall Jazz Band había llegado, y la “sesión” se volvió una fiesta prendidísima. Las guitarras fueron abandonadas por cornos y el cuarto empezó a columpiarse (¿girar?). La gente bailó entre los cables y los micrófonos, bailando detrás de la barra, rasgueando guitarras acústicas en el patio. Danny Clinch hizo lo que Danny Clinch hace, capturando los momentos en hermosas fotografías entre los cocteles. Gary Clark Jr. se sentó en el patio a la luz del candil improvisando con unos amigos en un sillón. Conforme las horas pasaron, la atmósfera había llegado exactamente a lo que todas las experiencias de grabación deberían ser: una celebración. “Always record! Always record!” decía Jack Black en ese infame episodio “Tenacious D” de hace años. Palabras más verdaderas nunca han sido dichas. Porque podrías perderte algo que nunca volverás a recuperar. Momentos que ocurren una vez en una vida. En el momento en que ese fin de semana había terminado, habíamos grabado 5 canciones en ese pequeño cuarto. 
El fin de semana dos fue pasado grabando voces y guitarras en mi dormitorio, habitación 4. Más amigos, más margaritas, una fogata en la chimenea. La más fabulosa Cambria Harkey flotó, tirando su cámara para asegurarse de que esto no fue solo un sueño. El porche estaba zumbando con actividad cuando hacía mis partes vocales en mi baño, entrando y saliendo para escuchar las tomas previas. La mesa del café se volvió una pila de pedales de guitarra y letras garabateadas, botellas de cerveza y ceniceros. Al punto, un rostro familiar entró caminando y dijo: “Dave, is Ben Kweller” ¡Han sido años! Vaya joven talentoso. Nos abrazamos, di play para escuchar la última toma vocal, y él instintivamente empezó a cantar la armonía perfecta para mi línea. Sin dudar, inmediatamente dije: “Mete tu trasero ahí y cántalo ahora mismo.” Así que tomó la pieza manchada de café de hotel estacionario con mis letras escritas en ella e hizo resonar su parte en dos tomas gloriosas. “Always record”, damas y caballeros, “always record”. La noche se desvaneció, amigos y familia se diseminaron, y me quedé dormido con la quieta luz de mi amplificador al pie de mi cama.
Fue desgarrador dejar ese lugar, por decir lo menos. Honestamente siento que dejamos una parte de nuestra banda cuando fuimos apartados de ahí. La unidad perfecta de vida, y amor, y música es algo que solo viene a menudo y en ciertas circunstancias. Cuando la sientes venir, la tienes que agarrar fuerte. Ese lugar y esas personas lo hicieron posible que nuestra banda tomara un gran respiro final antes de que la cortina se cerrara. Afortunadamente, tenemos evidencia de esto en estas canciones que les estamos dando hoy. Gracias, Saint Cecilia. Nos hiciste sentir como en casa.
Y, ¿la música? Puede ser que estas canciones son las migajas que nos ayudarán a encontrar nuestro camino de regreso cuando sea tiempo. Ahora nos podría ser muy útil un extravío en los bosques. Otro diario vacío, otro golpecito en el hombro… esas cosas nunca quedan muy atrás. Es lo que está adelante en esos bosques que ahora me emocionan…
Así que esta noche, mientras estoy sentado en mi cuarto de hotel en Berlín en nuestra gira final para este álbum, contando los días hasta regresar a casa, no puedo sino preguntarme cuándo nos veremos de nuevo. ¿Quién sabe? Pero, con todo lo que concierne a Foo Fighters, solo será cuando se sienta el momento. Y ese es un sentimiento que es fácil de tener.
A cada uno de ustedes que hicieron de los últimos años los mejores que nuestra banda jamás ha tenido, gracias. Nos han dado mucho, y estamos eternamente agradecidos.
De verdad.
Un pie en frente del otro…

Dave.

miércoles, 10 de agosto de 2016

"Trabajo" (2010).

“Escribo sobre la mesa crepuscular, apoyando fuerte la pluma
 sobre su pecho casi vivo, que gime y recuerda al bosque natal…”
Octavio Paz. “Trabajos del poeta.” VII.

I
Trato de descifrar el silencio; lo acecho. Me inmovilizo, me agazapo, para escucharlo. Mientras, el segundero pasa y pasa. Las estelas que parten del centro de la cabeza con sus resonancias que zumban y zumban, parecen despedir algunas sílabas. ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que busco? Está ahí, puedo señalarlo, como un mudo, pero, ¿a quién se lo señalo? Creo que alguien me lo señala, desesperado. El hablante. El que se esfuma y se reinventa, el que desespera, pregona, calla, se anonada, cicatriza, cae, habla y habla y habla…

II
A medio peregrinar entre los muertos, con la garganta henchida de ecos racionales y atacado de violentas fosforescencias, me paro complacido a contemplar el desborde multicolor de juguetes y retratos.

“Ya es hora”. Me inclino y clasifico mis armas; “ya es hora”. Ya es hora, dice; ya es hora de elegir y empezar a perforar mis cuatro paredes, de escarbar en los silogismos y extraer materia desconocida.

Mañana será la hora de ver los restos. Desenterraremos y ordenaremos para intentar comulgar, nos asomaremos de repente para sorprender a nuestro reflejo, dispondremos los escombros para ver su dirección y haremos el ritual de la quema, o empuñaremos y apartaremos nuestro pequeño engendro.

III
Me busco y me encuentro ausente de mí. Me he vuelto nada. Me despoblé de tiempo, de cuerpo y de palabras, que se estiraron, se diluyeron, se anonadaron. Solo quedó la blancura del puro pensamiento que se dice tal vez en una letra, tal vez en una palabra, tal vez en todas, tal vez en un grito (en una risa).

Me arrojaré en el Insondable. Me tiraré ciego a mi penumbra hasta perder el rumbo. Tal vez del otro lado logre asir la Unidad. Tal vez después de proferir borbollante inconsciencia, brote de pronto la palabra que espero y haya podido decir “tierra”.

 IV
En ocasiones un mínimo pasaje del Ritmo Primigenio hace presencia y brota silencioso y sigiloso de la nada para repetirse y reinventar sus sinuosidades, terco, arañando y arañando en el espacio. En el vértigo se contempla el subir y bajar de los montes y se repite lo que dicta su desfile verdoso.

Allá, en el fondo, una palabra brota de pronto y dice su nombre. Solo distingo su silueta tras la polvareda y escucho sus resonancias metálicas. No obstante, la bautizo y parafraseo.

V
Otra vez me caminan en el cráneo las disolutas palabras con sus diminutas patas; hormiguean. Otra vez mi cabeza se vuelve oleaje repetidor. Repentinamente una cae y salpica, dejando su rastro ardiente, palpitante e indescifrable; al rojo vivo. Sólo contemplo y me alío al dolor, complaciente.

No sin cierto asco me someto a la condena; me vuelvo pasivo y sumiso parafraseador. No sin cierto asco recuerdo la inconsciencia proferida de la noche anterior, y no sin cierta repugnancia tomo y analizo los despojos del ritual orgiástico.

Al final, todos los balbuceos se deslizan en la indolencia y esterilidad.


jueves, 4 de agosto de 2016

Sinbad el varado. Bitácora de Febrero (Gilberto Owen).


Encontrarás tierra distinta de tu tierra, pero 
tu alma es una sola y no encontrarás otra.
Sindbad el Marino.

Because I do not hope to turn again 
Because I do not hope 
Because I do not hope to turn.
T. S. Eliot.

Día primero
El naufragio.

Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza

y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.

Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia de mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:

aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.
Y luché contra el mar toda la noche,
desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.

Con la mañana derogaron las estrellas sus señales
y sus leyes y es inútil que el cartógrafo dibuje
ríos secos en la palma de la mano.


Día veintisiete.
Jacob y el mar.

Qué hermosa eres, Diablo, como un ángel con sexo
pero mucho más despiadada,

cuando te llamas alba y mi noche es más noche
de esperarte, cuando tu pie de seda se clava
de caprina pezuña en mi abstinencia,
cuando si eres silencio te rompes y en mis manos repican
a rebato tus dos senos,
cuando apenas he dicho amor y ya en el aire está sin boca el beso y la ternura sin empleo aceda,
cuando apenas te nombro flor y ya sobre el prado ruedan los labios del clavel,
cuando eres poesía y mi rosa se inclina a oler tu cifra
y te me esfumas.

Mañana habrá en la playa otro marino cojo.

martes, 12 de abril de 2016

XXXV

  El encuentro con la amada
 tanto alguna vez, es un simple detalle,
 casi un programa hípico en violado,
 que de tan largo no se puede doblar bien.
       El almuerzo con ella que estaría
 poniendo el plato que nos gustara ayer
 y se repite ahora,
 pero con algo más de mostaza;
 el tenedor absorto, su doneo radiante
 de pistilo en mayo, y su verecundia
 de a centavito, por quítame allá esa paja.
 Y la cerveza lírica y nerviosa
 a la que celan sus dos pezones sin lúpulo,
 y que no se debe tomar mucho!
       Y los demás encantos de la mesa
 que aquella núbil campaña borda
 con sus propias baterías germinales
 que han operado toda la mañana,
 según me consta, a mí,
 amoroso notario de sus intimidades,
 y con las diez varillas mágicas
 de sus dedos pancreáticos.
       Mujer que, sin pensar en nada más allá,
 suelta el mirlo y se pone a conversarnos
 sus palabras tiernas
 como lancinantes lechugas recién cortadas.
       Otro vaso, y me voy. Y nos marchamos,
 ahora sí, a trabajar.
       Entre tanto, ella se interna
 entre los cortinajes y ¡oh aguja de mis días
 desgarrados! se sienta a la orilla
 de una costura, a coserme el costado
 a su costado,
 a pegar el botón de esa camisa,
 que se ha vuelto a caer. Pero hase visto!