Voy a editar esta entrada para que su lectura sea un poco menos tediosa y para cualquier consideración que se quiera comentar en la misma. Recordar que la había hecho hace mucho pero ahora le daré otra apariencia.
I. SPLEEN E IDEAL:
1. Bendición.
2. El albatros.
A menudo, por divertirse, los hombres de la tripulación
Cogen albatros, grandes pájaros de los mares,
que siguen, como indolentes compañeros de viaje,
al navío que se desliza por los abismos amargos.
Apenas le han colocado en las planchas de cubierta,
estos reyes del cielo torpes y vergonzosos,
dejan lastimosamente sus grandes alas blancas
colgando como remos en sus costados.
¡Qué torpe y débil este aliado viajero!
Hace poco tan bello, ¡qué cómico y qué feo!
uno le provoca dándole con la pipa en el pico,
otro imita, cojeando, al abatido que volaba.
El Poeta es semejante al príncipe de las nubes
que frecuenta la tempestad y se ríe del arquero;
desterrado en el suelo en medio de los abucheos,
sus alas de gigante le impiden caminar.
4. Correspondencias.
La Naturaleza es un templo de vivientes pilares
que dejan salir a veces confusas palabras;
el hombre lo recorre a través de bosques de símbolos
que le observan con miradas familiares.
Igual que largos ecos que a lo lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores, y los sonidos se responden.
Hay perfumes frescos como carnes de niños,
dulces como los oboes, verdes como los prados,
-y otros corrompidos, ricos y triunfantes,
que tienen la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
que cantan los arrebatos del espíritu y de los sentidos.
Este es un poema de los que he acogido con mayor admiración y complacencia, pues se aproxima más a mis pensamientos e inquietudes. Repito esto:
Igual que largos ecos que a lo lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores, y los sonidos se responden.
¡Aleluya!
5. La voz.
9. La musa venal.
102. El reloj.
I. SPLEEN E IDEAL:
1. Bendición.
2. El albatros.
A menudo, por divertirse, los hombres de la tripulación
Cogen albatros, grandes pájaros de los mares,
que siguen, como indolentes compañeros de viaje,
al navío que se desliza por los abismos amargos.
Apenas le han colocado en las planchas de cubierta,
estos reyes del cielo torpes y vergonzosos,
dejan lastimosamente sus grandes alas blancas
colgando como remos en sus costados.
¡Qué torpe y débil este aliado viajero!
Hace poco tan bello, ¡qué cómico y qué feo!
uno le provoca dándole con la pipa en el pico,
otro imita, cojeando, al abatido que volaba.
El Poeta es semejante al príncipe de las nubes
que frecuenta la tempestad y se ríe del arquero;
desterrado en el suelo en medio de los abucheos,
sus alas de gigante le impiden caminar.
4. Correspondencias.
La Naturaleza es un templo de vivientes pilares
que dejan salir a veces confusas palabras;
el hombre lo recorre a través de bosques de símbolos
que le observan con miradas familiares.
Igual que largos ecos que a lo lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores, y los sonidos se responden.
Hay perfumes frescos como carnes de niños,
dulces como los oboes, verdes como los prados,
-y otros corrompidos, ricos y triunfantes,
que tienen la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
que cantan los arrebatos del espíritu y de los sentidos.
Este es un poema de los que he acogido con mayor admiración y complacencia, pues se aproxima más a mis pensamientos e inquietudes. Repito esto:
Igual que largos ecos que a lo lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores, y los sonidos se responden.
¡Aleluya!
5. La voz.
9. La musa venal.
102. El reloj.
Un tema que hemos tratado, retratado aquí de una forma inmejorable. Las propias advertencias del poema resultan un desesperante apóstrofe hacia el lector poeta.
II. CUADROS PARISIENSES:
110. Recogimiento.
Sin duda el que más resalto de los Cuadros. La compañía maternal de la noche acarrea al Dolor, que sin embargo, aquí es también compañía bienhechora, como en aquellos “placeres de la melancolía.” Justamente eso es: una cuadro inmejorable.
III. EL VINO.
123. El alma del vino.
126. El vino del solitario.
Para decirlo en dos palabras: éste posiblemente sea mi poema favorito de todo el libro.
IV. LAS FLORES DEL MAL.
Éste apartado me parece que es la parte más compleja del libro. Mejor definición no pudo dar el prologuista: “un dibujo al gusto modernista que responde a una estética de lo terrorífico.” Si bien se refiere al siguiente poema, yo se lo aplicaría a muchos más. Si hubiera de decir de alguno que me impactó demasiado con la claridad de ese “dibujo” inesperado, desconcertante, es el de “Las metamorfosis del vampiro”.
II. CUADROS PARISIENSES:
110. Recogimiento.
Sin duda el que más resalto de los Cuadros. La compañía maternal de la noche acarrea al Dolor, que sin embargo, aquí es también compañía bienhechora, como en aquellos “placeres de la melancolía.” Justamente eso es: una cuadro inmejorable.
III. EL VINO.
123. El alma del vino.
126. El vino del solitario.
Para decirlo en dos palabras: éste posiblemente sea mi poema favorito de todo el libro.
IV. LAS FLORES DEL MAL.
Éste apartado me parece que es la parte más compleja del libro. Mejor definición no pudo dar el prologuista: “un dibujo al gusto modernista que responde a una estética de lo terrorífico.” Si bien se refiere al siguiente poema, yo se lo aplicaría a muchos más. Si hubiera de decir de alguno que me impactó demasiado con la claridad de ese “dibujo” inesperado, desconcertante, es el de “Las metamorfosis del vampiro”.
138. Las metamorfosis del vampiro.
V. REBELIÓN.
143. Las letanías de Satán.
VI. LA MUERTE.
146. La muerte de los artistas.
149. El viaje.
El último ciclo poético, pero sobre todo los últimos tres poemas, pienso que son de las máximas realizaciones de este poeta. Hay aquí cierto aire resignado pero a la vez consolador. La nuestra, claro, es la de los artistas; por lo menos tenemos una Muerte. Sí, eso es: hasta eso tenemos, a la vez que ideales, himnos, convicciones, dignidad… una Muerte también, y la más digna de todas. “El fin de la jornada”, eso será, y sonrío de una manera irónica y maliciosa. “El viaje…,” bueno, diré lo que mi entendimiento me dicta: la apoteosis, el resumen, el grito más desgarrado del sabio poeta. ¿Qué se le escapó?, nada. Todo está dicho ahí. La Vida dicha. Una apocalíptica fanfarria que me parece el Réquiem en re menor…
y otras cosas más podría decir pero ya está de más. Terminaré diciendo lo que terminó representando esta lectura para mí:
Es, en primer lugar, como obra personal, uno de los libros que más cargados de un “Yo”, que habremos de ver jamás; un Yo que ya se sabe lo desgarrado que estaba, y no hay mejor testimonio que este libro. En segundo, una enseñanza, es decir, el testimonio del alma del poeta, te hace voltear a ver la tuya y encontrar coincidencias (en mi caso, más de las que esperaba), a la par que miras al mundo y asientes ante todas las aseveraciones que hace Charles. En tercero, la obra vista como unidad, no es más que la perfección esférica de la expresión de una poética, tanto vital como estética, de lo que se deriva la última, que es la importancia que constituye tal obra para la historia de la lírica, y por ende, para nuestra historia lectora.
Si retomaste las Flores, sería interesante remozar y reactivar esta publicación.
ResponderEliminarAunque no recuerdo muy bien los poemas de este libro, noté que tenía varios rescatados (la mayoría). Me permití, pues, dejar los que tenía más resaltados, es decir, los que tenía en negritas y en rojo. También dejé, por supuesto, los que había transcrito.
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